Aquí tenemos a Pablo, un niño precioso, que tiene una sonrisa que me encanta. No paró de reirse en todo momento, menos al final, cuando le hacia cosquillas la barriga porque ya tenía hambre.
Por mí hubieramos estado otra hora más con él.
Es cierto, es todo un tesorete, que hace las delicias de la gente que lo rodea, y esto me incluye a mí.
Espero poder disfrutar muchas sesiones más con el y con mamá.
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